El brindis de la venganza
He guardado mi venganza en la nevera para que se vaya enfriando.
Algún día te invitaré a cenar conmigo.
Por los viejos tiempos.
Cocinaré un plato que se sirve frío y, que de dulce, es traicionero.
Lo aliñaré con mi mejor sonrisa y una pizca de desprecio para que pase inadvertido.
Brindaremos por lo bueno, por lo que pudo ser y no fue, por los recuerdos que merecen ser recordados.
Mirarás al futuro esperanzado, con la felicidad de los ignorantes y la despreocupación de los egoístas…
Mientras yo, aún hoy, le quito el polvo a las estanterías del trastero donde he guardado nuestro pasado.
Brindaremos como si nada y te odiaré como si todo.
Porque quiero hacerlo.
Aquí paz y después gloria.
Agua pasada no mueve molino.
Y no serás capaz de ver más allá de mis ojos porque eres ciego de espíritu.
Habrá lujuria y morbo, tal vez bailemos, pero no habrá amor.
El amor es caliente y la venganza fría.
Habrá carne y sudor y jadeos y suspiros,
hasta puede que se me escape algún beso que daré por perdido…
Mientras esa noche llega,
yo ya he guardado mi venganza en la nevera para que se vaya enfriando.