Mi querido profesor de matemáticas

< Volver

 

Microcuentos

Mi querido profesor de matemáticas:

Las sinuosas curvas de los números escritos por ti en la pizarra, me tentaron un día, sin más remedio que sucumbir a la  ecuación de segundo grado  que la vida nos planteaba.

No fue fácil aprender de ti, no porque fueras un mal maestro, sino porque lo que yo quería que me enseñaras normalmente solía ser una incógnita de imposible resolución o al menos eso decías tú.

Desde el primer momento supe que el amor no es una ciencia exacta, ni mucho menos, porque cuando yo me empeñaba en sumar, tú restabas y cuando multiplicar era lo más apropiado para mis deseos, la vida dividía nuestros caminos.

Dice el refrán que no hay dos sin tres, pero tú, que tanto sabes de números, me enseñaste infinidad de veces que fuimos tres sin ser dos.

Cuántas veces me sentí a tu lado como un número negativo, como un cero a la izquierda, como una potencia de exponente cero, cuando lo que realmente pretendí siempre, sin llegar conseguirlo, fue ser el número infinito, ese que nunca que se acaba.

Me decías que todo lo hacía complicado, que la vida es tan sencilla como contar con los dedos, pero en realidad eras tú el que hacía trampas todo el tiempo y usaba la calculadora.

Me di cuenta en seguida de lo que estaba ocurriendo. Yo era un número más de tu progresión geométrica, pero cuando quise multiplicarte por cero, ya te tenía grabado en números rojos en  mi balance del amor.

Cuando me rompiste el corazón en tantos trozos  hasta convertirlo en una fracción de lo que fue, ya nunca más pude recomponerlo, ya nunca más volvió a ser una unidad.

Pero ahora ya no te extraño, he aprendido a despejar la incógnita y así lo veo todo mucho más claro y por eso te escribo esta carta.

Sólo quería decirte, mi querido profesor de matemáticas, que has suspendido el examen y que la asignatura del amor no se puede recuperar si la cursas conmigo, aquí no vale la propiedad conmutativa y el orden de los factores sí altera el producto.

Sigue jugando a las probabilidades con quien quiera ser tu porcentaje, búscate otra hipotenusa para tu teorema y no te olvides que para mí, siempre serás el cateto.

Comparte este artículo