¡Cumplimos tres años!

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De todo un poco...

Esta es la historia de un blog que nació por no morir. En mitad de una crisis mundial, cuando miles, tal vez cientos de miles de proyectos, agonizaban en plena gestación, sin tan si quiera materializarse, El Blog de Paz Castelló, abrió las hojas de su ventana al mundo porque se resistió a cerrarlas para siempre. Siempre he sido muy cabezota, lo confieso, aunque prefiero llamarme perseverante y fruto de esa perseverancia, hoy, tres años después, escribo este texto.

Aprendí, un poco empujada por la vida, a reinventarme, a mudar la piel y mimetizarme con el entorno para, al menos, poder sobrevivir. No en vano pertenezco a una familia numerosa donde todo ha costado mucho esfuerzo y eso, para bien o para mal, forma parte de mis genes y ha forjado mi carácter.

En mitad de una crisis, llevada por mi instinto de bruja, de eso también tengo un poco, lo que fue en su día una página profesional, con un poco de ayuda se transformó en un sencillo cuaderno literario en versión digital. Así que allí estaba yo, sola frente a la informática, a la que llegué algo a destiempo, como en una película del oeste, donde sólo uno sobrevive al duelo.

Pasé pues de escribir en una cuartilla, con mi bolígrafo bic, y guardar mis escritos en el cajón de mi mesilla de noche, para terminar muriendo en una papelera un día cualquiera de limpieza, a exhibir mi corazón y mi alma, casi como en un ejercicio de pornografía interior, no exento de cierto pudor al principio he de confesarlo, y almacenar todas esas palabras más o menos ordenadas,  en esto llamado Internet, la mesilla de noche del mundo entero.

Y casi sin pretenderlo, el efecto multiplicador dio sus frutos. Recogí una estupenda cosecha de cariño sin tan siquiera ser consciente de haberla sembrado.

Han pasado tres años, cortos para lo bueno y a veces largos en los días grises, pero siempre he tenido la sensación de no estar sola frente a la pantalla de mi ordenador. Os he tenido presentes aunque no os viera, como el actor que interpreta su obra en un teatro lleno de público, al que no es capaz de ver, pero al que siente respirar y emocionarse. Tres años que han sido preciosos, sencillamente indescriptibles. He trabajado muchas horas y lo he hecho con sumo placer y dedicación, pero también puedo decir que he recibido mucho más de lo que haya podido dar a través de esta pantalla, os lo aseguro.

Por eso hoy os invito a soplar las velas conmigo, porque sé que estáis ahí y una parte de este pastel casero hecho con el amor de quien os escribe, es para que lo degustéis conmigo.

Sé que los números son fríos, pero si me lo permitís, encima de esta tarta virtual, además de esas tres velas, quiero poner las setenta mil visitas que hemos conseguido alcanzar, cuarenta mil de ellas, tan sólo en el último año.

Con la mochila llena de vuestro cariño, miro hacia delante, perseverante y preparada para lo la vida me depare. Seguiré escribiendo y sólo os pido, que vosotros me sigáis leyendo.

¡Gracias! ¡Qué escasa se queda esa palabra para cuanto os quisiera transmitir pero al mismo tiempo qué precisa!

Gracias a tod@s.

Hoy este post es vuestro, así que os invito a participar de esta fiesta en forma de comentario, la entrada es libre.

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