El calcetín solitario

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Microcuentos

Te extraño. Me he dado cuenta de que me faltas al guardar la colada. Soy un calcetín solitario, la pareja de otro calcetín extraviado. Y lo peor de todo es que no sé en qué parte del camino te quedaste, si te perdiste o te escapaste. Tal vez  tu ausencia se deba a que quedaste atrapado en el fondo de la lavadora, cuando quisimos limpiar nuestras miserias o tal vez volaste libre del tendedero cuando la pinza de mi amor te apretó demasiado y el viento te regaló la libertad haciéndote creer que eres un pájaro.


Te extraño. ¿Qué sentido tiene ser un calcetín solitario? Hay cosas que nacen para ser de dos en dos y nosotros siempre fuimos un par porque, aunque  cubrimos pies distintos, ambos hicimos siempre el mismo camino, un recorrido paralelo con un mismo destino.

Te extraño. Mi vida pasa  ahora por esperarte en el fondo de un cajón, por si algún día apareces por sorpresa. Cuentan historias de calcetines perdidos que volvieron al invierno siguiente, con los nuevos fríos. Yo sola no tengo sentido y ni siquiera me sirve de pareja algún que otro calcetín perdido que hace tiempo languidece esperando, arrinconado, escondido para que no lo tiren a la basura. Nadie quiere a un solo calcetín.

Te extraño.  Nunca temí los remiendos que el desgaste de la vida pudiera causarnos, ni siquiera los pinchazos de la aguja que nos cosiera. Me hubiera encantado pasar una vida entera contigo, morir de viejos y remendados. Sin embargo, jamás imaginé que doliera tanto quedarse a solas apenas recién estrenado. Te extraño… y no tiene sentido ser un calcetín solitario.

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