Catarsis

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De todo un poco...

El otro día hice balance, como las empresas a final de año, colocando lo que debo a un lado y lo que tengo a otro, inclinando la balanza de un soplido, porque las cosas que me pesan casi nunca son las que me valen.

En el haber hallé muchas incógnitas y pocas respuestas en el debe. Me di cuenta de que la mayor parte del tiempo he estado endeudada con la duda, porque dudo todo lo que tengo, dudo todo lo que tuve un día y dudo lo que la vida me debe.

Por eso, porque el resultado no ha sido el esperado y en este momento de mi vida soy más bien un concurso de acreedores,  que una empresa que cotiza en Bolsa avalada por los mercados, necesito empezar de nuevo.

Todo lo que tengo me cabe en una maleta, que tal vez muera perdida en un aeropuerto cualquiera, donde mueren las que nadie reclama. Ante esa posibilidad he decido bajar la persiana del fallido negocio de mi vida y convertirme en un “freelance”, un negociante de letras y pensamientos a precios de sonrisas y suspiros arrancados sin permiso.

Me he calzado pues con deportivas, para caminar cuantos kilómetros sean necesarios, pero pronto me he topado con que alguien había construido  una autopista en mitad de la realidad. Éste ya no es un mundo para caminantes que, como dijo el poeta, hacen camino al andar. Ahora cruzo la autopista, temerosa como un erizo a pesar de sus púas, lenta como un caracol por llevar su casa a cuestas, desorientada como un ciervo acostumbrado a correr entre árboles, mirando a derecha e izquierda y conteniendo la respiración.

Necesito una catarsis, estoy exhausta. Necesito una explosión interior que me rompa en mil pedazos para sentir la sensación de ser de nuevo un puzzle por hacer y no uno al que le faltan piezas. ¿De qué sirve desplegar el paracaídas si estás cayendo al vacío en mitad de un vendaval?

Sólo me quedan mis letras, que dejo atrás en mi camino, como las migas de pan del cuento, por si algún día vuelvo sobre mis pasos. Es posible que ni siquiera me las vuelva a encontrar, pero me daré por satisfecha si al menos alimentan a quien viaje tras de mí. Yo ahora sólo quiero flotar…

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