Bienvenido a Utopía

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Microcuentos

Bienvenido a Utopía, una ciudad a orillas del mar donde las pateras llegan sin retorno.

Utopía es una ciudad pequeña, situada en el corazón del mundo, donde no hay problemas de capacidad. Todos los que llegan son siempre bienvenidos y nadie necesita papeles, sólo una carta  en blanco, para rellenarla con sueños imposibles de cumplir en cualquier otro lugar.

Utopía no aparece en los mapas porque es intangible, pero no por ello irreal.

En Utopía siempre es primavera, huele a flores y a esperanza. Allí crecen los tréboles de cuatro hojas y el arco iris inventa colores nuevos.

Las gentes de Utopía, trabajan mucho y muy duro, pero siempre lo hacen con una sonrisa. Son conscientes de que los sueños no son fáciles de conseguir.

En Utopía no existe el exilio, ni hay leyes de extradición, ni los convenios bilaterales, es la ciudad de las terceras oportunidades. Los maestros de sus escuelas son aquellos que más se equivocaron en la vida, porque son los que poseen la auténtica sabiduría. Los jueces se licencian en sentido común y  los médicos recetan bálsamos para el espíritu.

En Utopía  no se vota, pero no es una anarquía. Gobiernan los de mayor edad, reunidos en Asamblea de Sabios. La gente muere de vieja y con una sonrisa en los labios.

En Utopía no hay espejos, para reconocerse unos a otros, la gente se mira a los ojos y se asoman al alma ajena, para encontrar en ella la auténtica belleza.

En Utopía no hay impuestos, hay donativos voluntarios. Se habla el idioma universal del amor porque todo aquel que sabe escuchar es capaz de entenderlo. Y para los sordos, es suficiente con las caricias.

Utopía es una ciudad abierta, no tiene fronteras, ni ansias independentistas, ni reivindicaciones de autodeterminación. No necesita nada de eso porque no se siente amenazada. Los demás ponen sus murallas cuando ella abre sus puertas.

Su economía está saneada. No hay bancos, ni créditos ni hipotecas. Sencillamente no existe el dinero. Quien da, recibe, sin esperar hacerlo, como un riachuelo que nunca deja de fluir.

En Utopía no existe la frustración, ni la depresión y nadie se siente solo porque todos se tienen a sí mismos, alguno de ellos incluso después de haberse perdido durante muchos años.

Yo me mudé a Utopía hace ya algún tiempo y vivo feliz trabajando duro por mis sueños. Si te apetece visitarme, busca la dirección de Utopía en el disco duro de tu corazón, allí está, aunque nunca hayas mirado.

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